lunes, 28 de diciembre de 2020

¿ Cuál es tu misión?



   

  En el final del capítulo siete de la temporada cinco de la serie danesa: “Rita”, disponible en la plataforma Neftlix,  Hjordis y Rita, amigas y cofundadoras de una escuela, conversan sobre temas muy profundos de sus vidas, mientras beben vino blanco. Antes de continuar, vale la aclaración para aquellos y aquellas que no tienen las más mínima idea sobre esta serie. El argumento de esta comedia danesa gira en torno a Rita, una maestra testaruda, sexualmente intensa, poco convencional, fumadora empedernida y rebelde, cuyos dilemas emocionales constituyen la trama de la serie.

  Quisiera ambientarlos un poco en esta escena que me interesa contarles. En primer lugar tienen que saber que, tanto Hjordis como Rita, vienen de recibir un golpe duro e inesperado en sus vidas. Cual cross a la mandíbula, Hjordis descubrió a su marido besando a una rubia (característica para nada distintiva en una danesa, ya que todes les dinamarqueses que muestran en las series, son rubies y de nariz chiquita como chanchitos). Por otro lado, Rita se entera del suicidio de su alumna adulta e íntima amiga, hecho que la hace sentir inmensamente culpable, ya que no pudo advertir a tiempo que su amiga estaba en riesgo.

   Bueno, para ir al “quid de la cuestión”, el diálogo que me interesa relatarles, es cuando Hjordis le cuenta a Rita, qué la motivó a hacerse maestra. La vocación laboral es un tema que siempre me interesó, desde muy chico, ¿Cuál es el “leitmotiv” que nos hace elegir una determinada profesión u oficio? ¿Cuál es la “misión” o “razón de ser” de una persona en el mundo? Son preguntas que siempre me inquietaron. Creo que por esta razón estudié Relaciones del Trabajo. Porque no sabía en qué quería trabajar y en ese momento creía que estudiando el mundo del trabajo iba a saberlo. Perdonen mi inocencia. Tengan en cuenta, que el trabajo para una familia de clase media baja como era la mía, padre taxista y madre comerciante, era muy importante, sobre todo a fines de los años noventa, que comenzaba a escasear. Ni a los dieciocho, veinte, veinticuatro, treinta, ni siquiera a los treintaitrés años, yo tenía la más pálida idea de que quería trabajar. No lo supe por muchísimo tiempo y esto me hizo muy mal, ya que durante gran parte de mi juventud me la pasaba buscando empleos que no me gustaban. Aborrecía llenar cada solicitud de empleo, ir de traje a una entrevista laboral, asistir a expo empleo, etc… etc…

  Cuando me recibí de Licenciado en Relaciones del Trabajo en la UBA, renuncié como liquidador de sueldos en un estudio contable, después de trabajar cinco años allí. Y  comencé a trabajar como Analista de RRHH, en una empresa de seguridad. El cual, era un empleo muchísimo peor  que el de Liquidador de sueldos. Literalmente me quería matar. Renuncié al mes de ingresar allí  y volví a la búsqueda intensa, actualice mi curriculum en Bumeran.com y en la bolsa de empleo de la Amia, de la municipalidad de Monte Grande y la mar en coche...  

   Luego de un año de búsqueda, conseguí trabajo como analista de Créditos en una empresa financiera. Era un empleo un poquito mejor que el anterior. Arranqué con todo, pero a lo largo de los diez años fui decayendo y me fui marchitando como una flor, hasta que me echaron. Así subsistí hasta los treintaisiete años de edad, momento en que comencé a ser docente.

   Yo siempre digo irónicamente que la carrera Relaciones de Trabajo, en la Facultad de Sociales, de la UBA,  arruinó mi carrera laboral en el sector privado. Quiero decir, te hacen estudiar a Carlos Marx, Althusser, Foucault, Bourdieu, y luego te largan con ese conocimiento crítico cual carga de camión, a competir con otros oferentes, en el mercado de trabajo neoliberal y  capitalista. Como diría mi abuelo ¡Váyanse a cagar!

   Al final, Soledad Acuña tiene razón: “Zurdo, fracasado y viejo”. En eso me convertí y realmente me siento muy contento. Ya hace cinco años que soy profesor en escuelas de Educación Media y realmente siento que tengo una vocación por primera vez en mi vida. ¡Viva por mí!

   Bueno, me colgué hablando de mi historia personal laboral y me olvidé  de contarles cuál es el motivo que hizo que Hjordis eligiera ser maestra. Mientras ambas beben el vino de a sorbitos, en taza de cerámicas con dibujitos, Hjordis  le muestra a Rita, el diario íntimo de su niñez  y le va a contando con los ojos llorosos, básicamente, que tuvo una infancia de mierda. Que sus padres separados no la registraban, y que estaba todo el tiempo sola. Que lo peor era eso, estar sola, ya que a nadie le podía contar que estaba triste. Eso. No podía contarle a nadie que estaba triste y esta condición la hacía doblemente infeliz. Esta es la razón por la que Hjordis se hizo maestra: para escuchar a los niños, para ayudarlos, para que no pasen  lo mismo por lo que  pasó ella.

   Yo creo igual que Hjordis, que me hice profesor o escritor para difundir un discurso distinto al que escuché en la escuela. Para cambiar las relaciones humanas. Obvio, dentro de mi corto alcance de radio que tengo, como antena de onda corta.

   Me hubiese gustado recibir Educación Sexual Integral en la escuela y no que la profesora de Educación para la Salud, nos mostrará un vídeo sobre el aborto, proyectando imágenes de como se trituraba un feto y luego absorbía con una aspiradora los restos. O que me enseñaran a no cosificar a las mujeres. De esa manera, no hubiese sido un pelmazo con la vecina de enfrente y otras mujeres. Me hubiese gustado que los profesores me hubiesen hablado de temas de inclusión en la diversidad. Pero sólo promovían un viaje a Europa para los estudiantes de familias pudientes. O que la profesora de Geografía, hubiese intentado  despertar mi curiosidad sobre las placas tectónicas, que ahora tanto me fascinan. Pero solo le gustaba hacerle pasar vergüenza a sus alumnos, tomándoles oral en el pizarrón. Me hubiese gustado que el profesor de Educación Cívica me sancionara por discriminar a otras personas, ya sea por su origen social, forma de cuerpo, clase social u orientación sexual. Pero no, me sancionó por no delatar a un compañero que había incendiado un tacho de basura.

  Lamentablemente esos docentes no lo hicieron, por este motivo quiero hacerlo “yo”. Ahora y en adelante, como docente, profesor, orientador, referente, como quieran llamarlo.

Mauro Sartirana.